La selección de maderas en la construcción de guitarras
clásicas
Manuel Contreras
Cuando se me ofreció la posibilidad de escribir un artículo sobre
el proceso de la construcción de la guitarra, encontré el tema
demasiado denso y técnico como para poderlo explicar en toda su extensión
en tres páginas. De ahí que propusiese un tema del cual, a pesar
de no existir demasiada información escrita, no por ello deja de ser
lo suficientemente interesante para el lector (aficionado o profesional) de
las revistas de sonido.
Los constructores de violines tienen, por supuesto, una larga tradición en la selección de maderas y de su tratamiento (corte, envejecimiento, trabajo y acabado) pero la mayoría de los constructores de guitarras clásicas , tenían y tenemos una educación considerablemente menos académica y basada más en la práctica formal de la construcción de un instrumento que en el análisis científico de las propiedades de la madera y de su comportamiento sonoro.
De acuerdo con la tradición, las maderas usadas para tapas poseen propiedades materiales que entran dentro de una determinada gama, casi siempre maderas blandas (cedro, pino abeto y secoya), mientras que las usadas para aros y suelos poseen propiedades diferentes, normalmente duras (palosanto, arce, caoba,etc.).
Tapas armónicas
La tapa armónica es sin lugar a dudas, la parte fundamental en la generación
del sonido, los constructores eligen cuidadosamente los materiales para elaborarlas,
asegurándose de que posean una alta resistencia, así como una
baja densidad. En primer lugar, al elegir una tapa debemos plantearnos qué
buscamos en la misma y qué características deseamos encontrar.
En maderas para tapas buscamos las siguientes propiedades, aunque no necesariamente
en este orden:
veta vertical
veta recta
bien serrada en cuartos (mostrando un aspecto de seda o veta cruzada, que son
los rayos medulares)
veta delgada y uniforme
buena apariencia (homogeneidad entre vetas y mínima variación
de color)
rigidez o dureza
buena respuesta sonora
La madera de más alta calidad mostrará estas propiedades en mayor
proporción, aunque sería conveniente hacer algún tipo de
aclaración al respecto: una veta muy ancha significara menor rigidez
a través de la veta, pero una veta muy estrecha no significará
necesariamente mayor rigidez. Al igual que una variación de color no
significará menor calidad sino simplemente un problema estético
y no todas las tapas que reúnen las mejores características dan
una respuesta sonora adecuada.
Las tapas de menor calidad poseerán en menor medida estas propiedades, presentando grandes variaciones de color, vetas menos rectas y mayor distancia entre las mismas. La tapa, como elemento principal de sonido, exige haber alcanzado su justo equilibrio en contenido de humedad antes de usarla. Al igual que el músico dispone de gran capacidad para modificar el sonido de un instrumento, bien pulsando las cuerdas en diferentes zonas o atacándola en diferentes direcciones, o bien utilizando mayor o menor porcentaje de uña o yema, el luthier también posee, mediante la utilización de diferentes variedades de tapa y de la disposición de las barras armónicas en la construcción, la posibilidad de modificar el sonido de las mismas, aparte de otras características que no se comentan en este artículo.
Dentro de la variedad de tapa existen dos variedades comúnmente aceptadas: son el pino abeto (centroeuropeo o americano) y el cedro de Canadá.
A) Pino abeto centroeuropeo (German Spruce)
Ha sido hasta finales de los años 60 la tapa tradicional en la construcción
de guitarras clásicas. La mayoría de las grandes guitarras de
este siglo y del siglo pasado han sido construidas en pino abeto alemán.
Suele ser de color blanco, poseyendo un cierto brillo marfil. Las mejores tapas
son de igual coloración y bastante iguales en el espacio entre vetas.
Su densidad oscila entre 400-500 kg/m3.
De su respuesta sonora habría mucho que discutir, pero de forma unánime
se admite que la evolución de una guitarra construida en pino abeto es
más lenta que una construida en cedro, pero su resistencia al envejecimiento
es mucho mayor. Muchas variantes de pino abeto, especialmente procedentes de
Yugoslavia han sido vendidas como pino abeto alemán, aunque no por ello
la calidad de dicha madera se haya resentido especialmente.
B) Pino abeto americano (Engelmann Spruce)
En los últimos años, y dada la escasez de tapas de gran calidad
en pino abeto alemán, el engelmann le ha ido sustituyendo, puesto que
reúne casi todas las características del mejor abeto alemán.
En líneas generales las tapas suelen ser mucho más homogéneas
en coloración y espacio entre las vetas, resultando un poco más
blandas que su competidor centroeuropeo. Su densidad oscila entre 340-450kg/m3.
C) Cedro de Canadá (Western Red Cedar)
Es más blando y no tan elástico y fuerte como el abeto, pero es
por el contrario mucho más estable en contenido de humedad que el abeto.
Su color va del marrón ligero al marrón rojizo o al marrón
chocolate. Su tonalidad es más clara y directa al golpearlo y su tono
es más vivo, más caliente o dulce según criterios. Su densidad
es de 320-430kg/m3. Los años 70, 80 y 90 han sido los de mayor explosión
en ventas de esta madera y su riqueza tímbrica ha sido asociada a un
sonido más español en la guitarra.
Otras variedades de tapas son la SECOYA, similar al cedro en densidad y estabilidad pero diferente en su respuesta sonora, y la SITKA SPRUCE, muy cotizada por su gran elasticidad en comparación con su peso y fuerza. Es la más fuerte y densa de las maderas utilizadas en la construcción de una tapa armónica. Su densidad es de 360-490kg/m3.
Fondos y aros
Hay y ha habido muchas maderas duras que se han ensayado y usado con éxito
en la construcción de guitarra para suelo y aros. Desde maderas más
propias de estas latitudes como el nogal, el cerezo y el arce a maderas exóticas
o tropicales como la bubinga, el ébano de macassar, la caoba, la koa,
etc. y todos los palosantos.
Pero es el PALOSANTO DE BRASIL (JACARANDA o RIO ROSEWOOD) la madera preferida
por los profesionales de la luthería. El hecho de que sea la madera más
solicitada probablemente resida en su densidad, clara resonancia y belleza.
Existen muchas subespecies y el color de la misma en muy variado, pudiéndose
alinear desde el marrón al verde, naranja o violeta, a menudo con irregulares
rayas negras.
Su olor a rosa característico es proporcional a la edad, contenido de
humedad y grado de deterioro, siendo algunas subespecies más aromáticas
que otras. Su peor característica es su alto contenido en carcoma. Por
lo demás, resulta más complicada de trabajarla que el palosanto
de india. Su densidad es de 730-870 kg/m3.
Palosanto de India (Palisander)
Es ligeramente menos denso pero a la vez más estable que el de Brasil,
siendo su mejor sustituto. Los colores van del rojo al marrón ligero
o negro con rayas doradas algunas veces. Los mejores suelos tienen la veta recta
y estrecha. Su maniobrabilidad es muy superior a la Jacaranda, siendo su costo
inferior, de ahí que muchos luthieres hayan optado por dicha madera en
la producción de sus guitarras. Su densidad es de 650-850kg/m3.
COCOBOLO es lo más cercano a la Jacaranda en belleza y producción
tonal. Su coloración va del marrón al rojo con rayas negras y
es más duro que los palosantos anteriormente descritos. Es también
excesivamente graso y peligroso por su alta toxicidad, produciendo graves problemas
respiratorios. Su densidad es de 950-1200kg/m3. Dicha variedad se obtiene a
lo largo de la costa Centroamericana.
CIPRÉS es una excelente madera para trabajar y una de las maderas más
estables en periodos de cambio dimensional producidos por las variaciones de
humedad. Es de color amarillo ligero y posee un olor característico que
le diferencia del resto de las maderas. Las grandes guitarras flamencas concebidas
como tales han sido y siguen siendo construidas en madera de ciprés.
Su densidad es de 430-500kg/m3.
Finalmente debo hacer mención a dos variedades de maderas duras utilizadas
en la construcción de la guitarra, valoradas no por sus capacidades tonales
sino por su relación fuerza-peso.
La primera es el CEDRO DE HONDURAS o BRASIL: es la madera más común
para usar en los mangos o mástiles debido a su facilidad de trabajo,
estabilidad y su favorable proporción fuerza-peso. A causa de su rigidez
y espesor absorbe menos energía que una madera ligera, lo cual va en
beneficio de la caja de resonancia. La mayor parte de lo que se conoce como
Cedro Hondureño viene de Brasil, dada la escasez del primero. Éste
no es tan duro ni tan denso y su peso es muy irregular, las vetas rectas son
más difíciles de encontrar en el Cedro de Brasil.
La segunda es el ÉBANO: elegida para la construcción de diapasones,
por su resistencia al desgaste y por ser la madera más densa existente.
Como otras maderas densas, el Ébano encoge durante su periodo de secado,
experimentando grandes cambios de dimensión en respuesta a los cambios
de humedad. La mayor calidad del Ebano irá en función de la intensidad
de su color negro, veta recta libre de nudos y bien serrado. Su densidad varía
de 880-1200kg/m3 según sea su origen indio o africano.
Como habéis visto, la selección de maderas a efectuar, afectará tanto cualitativa como cuantitativamente a la respuesta final de un instrumento. De su acertada elección a la hora de valorar sus propiedades materiales, mecánicas y sonoras y de la exacta combinación de las mismas (con otras no valoradas en este capítulo), surgirá la realización de un gran instrumento.